El miedo es un elemento normal y evolutivo necesario para nuestro desarrollo. Nos mantiene alejados de posibles peligros y nos alerta de situaciones potencialmente dañinas. Los miedos en los niños son normales y suelen desaparecer conforme el niño crece.
Dado que los miedos son adaptativos y responden a etapas evolutivas, encontramos patrones comunes en los niños según su edad respecto a qué les genera miedo. No obstante, ni todos los niños desarrollan todos los miedos ni lo hacen a las mismas edades. Como todo en el desarrollo, hay diferencias individuales (bio-psico-sociales) por las que nos adaptamos o no a patrones estadísticos.
[Orientación Andújar]
Sin embargo, no siempre es fácil distinguir entre los miedos evolutivos, que desaparecen con la edad, y las fobias o miedos infantiles que amenazan el bienestar de los niños que los padecen.
Consideramos que el miedo se convierte en una fobia, y por tanto en un problema a tratar, cuando la reacción emocional es demasiado elevada ante a un leve riesgo, ante situaciones que no suponen peligro real o ante estímulos inofensivos. El niño manifiesta sentirse muy mal y ser incapaz de controlarlo. Cuando llegamos a este punto, se produce una repercusión en la vida del niño dado que es una respuesta desproporcionada, que no atiende a explicaciones ya que se trata de algo irracional y que debe solucionarse con la ayuda de un profesional.
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